No tuve que dejar mi país para ser una extranjera

Una persona en una playa Descripción generada automáticamente
Por Jamila Ruiz (Estudiante de Fisioterapia, Colombia).-

Nací en Cali, Colombia. Mis padres eran católicos pero ellos adoptaron el Islam como su religión cuando eran jóvenes, así que nací siendo musulmana. Los primeros años de mi vida aprendí sobre mi religión, nuestras creencias y prácticas. Una de ellas es el hijab (vestimenta islámica). Comencé a usar el hijab cuando tenía nueve años, por decisión propia. Arreglé mi uniforme escolar y toda mi ropa era “modesta”. Fue un punto que marcó un antes y un después para mí.

Antes, yo era solo la chica que no come carne diferente a la que su mamá cocina. Después, yo era la chica que probablemente era de un país llamado “musulmania”.

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Constantemente, la gente me pregunta de dónde soy y por qué me cubro el cabello. Entonces, tengo que explicarles que soy de Colombia, que sólo soy yo practicando mi religión. Me preguntan de dónde son mis padres y luego me preguntan de dónde son mis abuelos. Pacientemente, explico que el Islam es una creencia, es un estilo de vida, que no está vinculado a un país o cultura específica. Luego, asienten, sonríen y terminan diciendo “bueno, chévere, ¡bienvenida a Colombia!”. Es como si no hubieran escuchado una sola palabra que salió de mi boca, y eso es decepcionante.

A veces, las personas me detienen en las calles y me piden bendiciones, creyendo que un santo o una virgen acaba de aparecer en su presencia. Algunos me felicitan y me dicen lo hermosa que me veo. Otros me preguntan si estoy enferma, si tengo cáncer, si estoy en embarazo, etc. Los taxistas, en mi camino a la universidad, me han preguntado si llevo una bomba en mi bolso. Ellos piensan que es gracioso.

Hay gente que se me acerca con el único propósito de decirme lo horrible que me veo con el hijab. Algunos otros han tratado de convencerme de que no lo use. Algunos han tratado de obligarme a creer en algo en lo que no quería creer.

Ser musulmana en una sociedad occidental no es nada fácil. No es sólo sentirse como una extranjera en tu propio país, sino también tener que enfrentar esa realidad día a día. La intolerancia, el odio, la islamofobia, la ignorancia, son peligrosos a su manera.

Algunas personas piensan, simplemente mirando la forma en la que visto, que estoy siendo oprimida. Y piensan que una forma de “liberarme” de esa opresión es decir todo tipo de ofensas, lo que no tiene ningún sentido. Algunas de ellas dicen que las mujeres musulmanas no tienen derecho a vestirse como quieren… pero, ¿y si la forma en que quiero vestirme es el hijab? No parecen respetar esa decisión, aun así se llaman a sí mismos de mente abierta.

Creo que hay opresión contra nosotras en las sociedades no islámicas, que en el propio Islam. Muchas veces tengo que controlar mis emociones y no gritarles a estas personas haciendo bromas y comentarios sobre mí y mi religión. ¿Sabes por qué hago eso? Porque si reacciono gritando e insultando, o de una manera no amistosa, no lo verán como yo reaccionando ante ellos. Lo tomarán como todos los musulmanes reaccionando a ellos. Dirán, solo por la forma en que actúo que todos los musulmanes actúan así. Y eso no es justo. No es justo para mí ni para nadie en esta posición.

No es justo porque no puedo ser humana y estar enojada por cosas con las que se supone que debes estar enojada. Tengo que dedicar tiempo a pensar cómo voy a hablar, caminar, reír, solo por esta generalización que el mundo todavía tiene hacia los musulmanes.

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Viajé a los Estados Unidos para un programa de intercambio, y debo admitir que tenía un miedo increíble. Al menos en mi país sé cómo actúan y reaccionan las personas, y sé cómo manejarlas. Incluso si me siento como una extranjera, no lo soy. Pero ir al extranjero cambia totalmente el escenario.

En el extranjero, soy una mujer. No solo una mujer, sino una mujer negra. Y no solo una mujer negra, sino una mujer negra colombiana. Y encima, no solo soy una mujer negra colombiana, sino una mujer musulmana negra colombiana… Eso es difícil. ¿Sabes lo que significa ser una mujer musulmana negra colombiana? Significa que tengo cuatro razones para estar orgullosa de mí misma, pero esas son las mismas razones por las que podría ser víctima de cuatro tipos de discriminación.

Vivir con miedo no suena divertido, ¿verdad? Por eso decidí que quiero crear más conciencia de mi religión en mi país y de mi país en el mundo. No quiero que la gente se asuste cuando escuchan palabras como “musulmana” o “colombiana”. No quiero que la gente me subestime por ser mujer o negra. Quiero, algún día, poder caminar en mi país, en mi ciudad, sin sentirme como una extranjera.

 

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