La personalidad de la mujer desde el punto de vista del Imam Jomeini (r.a.)

por Ensieh Sheij Safali.-
Traducción del persa: Sumeia Younes.-

“La mujer es la manifestación de la concreción de las aspiraciones de la humanidad. La mujer es la educadora de mujeres y hombres venerables. Del regazo de la mujer el hombre asciende (a los cielos). El regazo de la mujer es el recinto de la educación de las grandes mujeres y los grandes hombres”. [Imam Jomeini (r.a.)][i]

Enfoque islámico

Entre las sociedades no islámicas, la razón de la incorrecta comprensión de las ideas de Hadrat Imam Jomeini (r.a.) es el hecho de no reparar en el enfoque islámico. En otras palabras, las opiniones del Imam (r.a.) en todos los ámbitos, entre ellos el tema de “la mujer”, son factibles de ser explicadas en el contexto del pensamiento islámico.

Por lo tanto, muchas de las preguntas y ambigüedades que se plantean sobre el punto de vista del Imam (r.a.) en cuanto a la personalidad de la mujer y las transformaciones que se dieron tras la Revolución de Irán en el colectivo femenino, son respondidas mediante una comprensión amplia del Islam. Por ello, desde que los fundamentos teóricos son los cimientos de las definiciones, valores y derechos, es por medio de darles importancia a los mismos que se determina el rol y posición de la mujer en el sistema islámico.

Las cuestiones relacionadas al ámbito de las mujeres pueden ser analizadas en dos partes:

Primera parte: “las cuestiones extra-religiosas”. Cuestionamientos tales como: “teniendo en cuenta las diferencias en cuanto a los derechos de la mujer y del hombre, ello implicaría la naturaleza inferior de las mujeres”; “la necesidad de cambiar las leyes sociales del Islam en la época contemporánea”; “el hecho que las normas y disposiciones sociales deban ser razonables y estar basadas en el sentido común”; y finalmente, “la necesidad de similitud jurídica entre la mujer y el hombre”, se encuadran todos dentro de este tipo, puesto que quienes plantean estas temáticas en parte las basan en postulados extra-religiosos.

Segunda parte: “las cuestiones intra-religiosas”, es decir, cuestiones que tras aceptar los postulados y enseñanzas religiosas, también son factibles de ser examinadas. Entre ellas se cuentan casos como las normas de compensación económica por hechos de sangre, el talión, el hecho de que las mujeres ocupen una magistratura y un liderazgo social de crucial envergadura, la edad de madurez jurídica, el derecho a la custodia de los menores, el monto obligatorio de la pensión alimenticia y los límites de las presiones en la vida familiar.

Hicimos esta separación en dos grupos para que se distinga claramente el método de investigación en cada uno de ellos. En las primeras cuestiones se deben determinar inicialmente las orientaciones en cuanto a principios de jurisprudencia dentro del Islam, y contraponerlas con las escuelas seculares, para luego mencionar la correspondencia precisa entre ellas y las normas.[ii] En cambio, las diferencias en las cuestiones del segundo grupo solo son analizables a la luz del método del iÿtihâd (idoneidad para deducir las normas islámicas de sus fuentes) y el istinbât (proceso de deducción de las normas).

El presente tópico, con algunas diferencias, se ajusta al primer método.

En este opúsculo, intentaremos esbozar la visión del Islam en cuanto a la personalidad de la mujer tomada de los fundamentos del pensamiento de Hadrat Imam Jomeini (r.a.) en el marco del Islam original.

Fundamentos teóricos

El aspecto antropológico

Debemos ver cómo define e interpreta realmente la escuela del Islam al ser humano en el sistema de la existencia y las reglas que le rigen, y para cumplimentar cuál objetivo y propósito ha sido establecido. La respuesta a cuál es la posición de la mujer en el Corán se supedita a qué posición tiene el ser humano en el Corán, puesto que en palabras del Imam Jomeini (r.a.):

“La mujer es un ser humano; un gran ser humano…”.[iii]

Cuando el Sagrado Corán trata el tema de la mujer y el hombre, dice que no entendamos a estos dos desde el aspecto de la masculinidad y la femineidad, sino desde el aspecto de la humanidad, puesto que la realidad del ser humano la conforma su espíritu -y en expresiones de otros libros religiosos, su “naturaleza”-, no su cuerpo.

La humanidad del ser humano salvaguarda su alma, no su cuerpo, ni tampoco la mixtura del cuerpo y el alma. En este caso, el cuerpo es solo un instrumento que a veces es masculino y otras femenino, diferencia que no es verificable para la esencia del “espíritu”.[iv]

Por lo tanto, forzosamente el tema de la igualdad de la mujer y el hombre o la diferencia de géneros, transcurre en las cuestiones relacionadas a la realidad del ser humano.

Donde se habla del origen de la creación del ser humano, Dios dice:

«¡Oh humanos! Temed a vuestro Señor, que os creó de un solo ser, de cuya especie creó a su esposa[v] y de ambos hizo descender a innumerables hombres y mujeres…».[vi]

Esta aleya contempla dos temas:

  • Todos los seres humanos de cada género, ya sean hombres o mujeres, según lo expresa la palabra “Nâs” (personas), fueron creados de una sola esencia y naturaleza, siendo el origen receptor de la creación de todas las personas una sola cosa.
  • La primera mujer, que es la esposa del primer hombre, también fue creada de la misma esencia y naturaleza definida, no de otra esencia ni tampoco reviste un carácter derivado, excedente o ajeno al hombre.

“Nafs”, “h, “qalb”, “fu’âd”, sadr”… “Alma”, “espíritu”, “corazón”, “conciencia”, “fuero interno”… todos indican ese intangible hálito divino que es una entidad inmaterial.[vii] Pero debido a que el espíritu no es un elemento simple absoluto, tiene diversos estados, es por ello que dependiendo de cada estado que presente, se lo ha llamado de una manera diferente.

Dios asignó al ser humano una parte esencial que es su espíritu, y una parte secundaria que es su cuerpo. Vinculó esta parte secundaria a la naturaleza tangible, la materia, el barro y el polvo;[viii] en tanto que relacionó esa parte esencial a Sí Mismo,[ix] de manera que, luego de que el Creador hace la forma de un embrión y concluye la cuestión de lo masculino y lo femenino, aparece el espíritu que “le atañe a Él”.[x] Desde que Dios considera la acción del padre y la madre como mera fecundación y la Suya como “creación”, a modo de brindar valor a “la creación de la mujer y el hombre” -y no “a la mujer y al hombre”-, jura por ese acto en un mismo lugar y forma.[xi]

En las enseñanzas del Islam, la más elevada posición humana es la posición de Califato,[xii] es decir, ser el vicario de Dios, que es la distinción que tiene el ser humano por sobre el resto de las criaturas, y que le fuera otorgada a Adán por medio de la enseñanza de los Nombres divinos.[xiii]

Por lo tanto, el eje de la enseñanza y aprendizaje, es el alma del ser humano, no su cuerpo; aquello que se vuelve sabio es el espíritu. En los conceptos religiosos del Islam, la perfección científica y práctica alude a la humanidad del ser humano.

Ese mismo conocimiento no adquirido que le acompaña al nacer en el marco de un conocimiento interno, conforma un preliminar para aceptar un pacto que Dios tiene con el ser humano; un conocimiento y voluntad que el resto de las criaturas no poseen.

El Califa debe tener similitud con aquel que es su referente y a quien sustituye en todos los grados. El ser humano por medio de esta posición continuamente se encuentra en un recorrido ascendente, siendo el final de este camino la proximidad a Dios.

El ser humano es tan noble y sublime que Dios ha sometido para él todo cuanto hay en los cielos y en la Tierra, desde el sol, la luna, el mar, el día, la noche, etc., para asistirle en este recorrido, y ha hecho descender para él Sus bendiciones ocultas y manifiestas.[xiv]

El ser humano, con toda su grandeza, goza de una posición especial en el mundo de la existencia. El ser humano no se ha creado a sí mismo, sus asuntos no se supeditan únicamente a sí mismo, y la creación no gira alrededor de su voluntad. Él es un elemento preponderante del sistema de la existencia, cuya estabilidad y dinamismo dependen de observar el orden y la armonía existentes en el mundo en su totalidad. Pero en tanto que el resto de las criaturas actúan solo en el marco de regulaciones compulsivas, el ser humano es la única criatura que puede, con “conciencia” de las regulaciones de la existencia, y con voluntad y elección, cambiar las condiciones imperantes en lo que concierne a sus propósitos en la marcha hacia la Realidad Trascendental.

En el Islam, al contrario de lo que sucede en el Humanismo, no se mira al mundo desde la estrecha ventana del ojo humano, y no se programa para el mundo y el ser humano desde la mira de las bajas pasiones materiales. Básicamente, el Mensaje de los profetas divinos se resume en este mismo punto; que el ser humano se libere de los estrechos límites de la naturaleza, y mediante una correcta interpretación de la realidad, oriente su mente y espíritu hacia metas y propósitos trascendentales.

Por lo tanto, el punto de vista del Islam respecto a la mujer también es un punto de vista diferente. El Islam salió a escena en una época en que la mujer era considerada un elemento de pecado y un demonio corporizado y despreciado en las ideas de la Época de la Ignorancia (pre-islámica). Según palabras del Imam Jomeini (r.a.):

“El Islam concedió al ser humano el favor de sacar a la mujer de aquella opresión en la que se encontraba en Épocas de la Ignorancia. La etapa de la Ignorancia fue una etapa en la que la mujer era tratada igual que los animales, es más, peor que éstos; la mujer en Épocas de la Ignorancia estaba oprimida. El Islam sacó a la mujer de la ciénaga de la Ignorancia”.[xv]

En respuesta al cuestionamiento sobre la supuesta “incapacidad de la mujer en el curso de las posiciones espirituales”, cuando el Corán menciona a hombres de Dios, junto a ellos también menciona a mujeres piadosas y virtuosas. Asimismo, en la historia del Islam hay muchas mujeres distinguidas, de las cuales la más preponderante es la hija del Honorable Profeta del Islam (s.a.w.), respecto a quien el Imam Jomeini (r.a.) dijo:

“Todas las dimensiones que se puedan suponer para la mujer, y que se puedan suponer para un ser humano, se han desplegado en Fátima Az-Zahrâ’ (a.s.). Ella no fue una mujer común; fue una mujer religiosa, una mujer celestial, un ser humano en todo el sentido del ser humano, toda la receta de humanidad, toda la realidad de la mujer, toda la realidad del ser humano…”[xvi]

Contrario a lo que algunos suponen sobre que la mujer conforma sólo un requisito necesario para posibilitar la existencia del hombre, el Corán explica claramente que la tierra y el cielo, las nubes y los vientos, las plantas y los animales, todo fue creado para el ser humano, pero nunca dice que la mujer también haya sido creada para el hombre, sino que cada cual fue creado para el otro y ambos son un ornamento mutuo.[xvii] El Corán considera que la mujer es motivo de quietud para el hombre y que su existencia para él es un bien.

El Imam Jomeini (r.a.) dijo lo siguiente respecto a la posición que tiene la mujer en el Islam:

“El Islam tiene una visión particular respecto a ustedes las damas. El Islam apareció en un momento en que en la Península Arábiga las mujeres habían perdido su dignidad y respeto ante los hombres. El Islam las volvió respetables y honorables. El Islam las igualó a los hombres. La consideración que el Islam otorgó a las mujeres es mayor que la que otorgó a los hombres”.[xviii]

En la marcha “desde la creación hacia el Creador” (min al-jalq ilâ-l Haqq), es decir, en el recorrido y viaje hacia Dios, la Escuela del Islam no hace ninguna distinción entre la mujer y el hombre, sino que la distinción que hace, es en la marcha “desde el Creador hacia la creación” (min al-Haqq ilâ-l jalq), que es el regreso desde Dios hacia las personas y asumir la responsabilidad de la profecía, para lo cual ha considerado al hombre más adecuado. Sin embargo, esto no es un motivo para la superioridad del hombre por sobre la mujer, y es por ello que vemos que el Islam ha considerado superior a Hadrat AzZahrâ’ (a.s.) por sobre todos sus hijos que fueron Imames y por sobre todos los profetas -a excepción del Sello de los Profetas, Muhammad (s.a.w.)-.[xix]

Por otra parte, no está de más mencionar un tema, y es que al eliminar la religión y la espiritualidad del ámbito de la vida de la humanidad, y al dominar el hombre con criterios materialistas, en occidente se ha producido el daño más grande a la mujer; mediante el planteo de la igualdad de los derechos de la mujer y el hombre, dispusieron sus derechos asemejándolos a los de los hombres, y como resultado, tal noción sobre “la condición de ser humano de la mujer”, llevó a que se olvidara que ella es una mujer.

Los valores que previamente se habían instaurado en el mundo celestial, se precipitan frente a la voluntad del hombre. Por lo tanto, el individuo debe elegir por sí mismo sus valores. A lo largo de los tres siglos pasados, algunos pensadores occidentales se esforzaron por buscar un fundamento independiente para la moral y los valores. Sin embargo, hasta ahora ninguno de ellos ha llegado a tal resultado.

La nueva era, de la misma manera que separó al ser humano de la naturaleza, separó a los seres humanos unos de otros basándose en la idea del “individualismo”, y se alegó que el individuo, con todas sus características individuales, es el criterio y el referente.[xx]

Asimismo, bajo el emblema de los egoísmos y el afán de lucro, la mujer fue explotada, y cuando logró entrar en la escena de la sociedad, fue con el eslogan de la belleza, la libertad y como mano de obra barata, lo que la llevó a su degradación, de forma que con el paso del tiempo, se originaron los movimientos de las mujeres para reclamar sus derechos naturales perdidos.[xxi]

El aspecto ontológico

El tipo de conclusión e idea que expone una escuela respecto al mundo y la existencia se considera la base y el soporte de pensamiento de esa escuela, y terminológicamente es denominada “cosmovisión”.

Si consideramos “cosmovisión filosófica” a cualquier tipo de idea general respecto a la existencia y el mundo -independientemente de que su fundamento sea la analogía, la prueba racional, la argumentación lógica o haber recibido la Revelación desde el mundo de lo oculto-, entonces la cosmovisión religiosa también es un tipo de cosmovisión filosófica. En algunas religiones como el Islam, la cosmología religiosa en el contexto de la religión tomó para sí un tinte filosófico, es decir, un tenor argumentativo.

Ser demostrable, forjadora de ideales, implicar compromiso y tener el poder de otorgarle sacralidad a los objetivos humanos y sociales, forma parte de los criterios de la aceptabilidad de una cosmovisión, todos los cuales se han reunido en la cosmovisión monoteísta.

La cosmovisión monoteísta significa comprender el surgimiento del mundo a partir de una sabia Voluntad y el hecho de que el sistema de la existencia está fundamentado sobre la base del bien y hacer llegar a las criaturas a su perfección pertinente. Su concepción del origen y propósito es de una índole expresada en la afirmación que “Ciertamente que somos de Dios” (Innâ lil·lah) y que “Ciertamente que a Él volveremos” (Innâ ilaihi râyi‘ûn), y le rige un criterio único y doctrinalmente unipolar.

Ninguna criatura fue creada sin un objetivo. El mundo es administrado con una serie de órdenes inalterables que son llamados “tradiciones divinas”.

Entre todas las criaturas el ser humano goza de una dignidad especial, y es responsable de corregirse a sí mismo y a su sociedad. El mundo es la escuela del ser humano y Dios recompensa a cada persona según sus intenciones y esfuerzos apropiados.

Cada hoja de árbol es un libro del conocimiento del Creador. El mundo de la creación surgió sobre la base de un plan general, sabio[xxii] y amplio de miras. Entonces, la homogeneidad y heterogeneidad de las criaturas, así como también las diferencias en las capacidades y recursos, todo ello tiene un lugar especial en ese plan general.

La cosmovisión monoteísta le otorga dinamismo y espíritu a la vida puesto que coloca al ser humano en un camino de perfección que no tiene un límite concreto. Ofrece objetivos trascendentales, forja seres humanos sacrificados y responsables, y libera a las personas del terrible abismo del nihilismo escéptico y carente de objetivo.

La cosmovisión islámica es una cosmovisión monoteísta en la cual el Monoteísmo se ha explicado de la manera más concisa y depurada.[xxiii]

El mundo tiene un Creador que si por un momento quitara su atención del mundo, éste se desmoronaría. El significado de la existencia dotada de propósito y objetivo es que:

  1. El ser humano y el mundo se mueven hacia un destino y propósito predeterminado y los sucesos de la existencia no son una serie de eventos ciegos y carentes de sentido.
  2. La realidad existente del mundo y del ser humano tienen una completa consonancia y armonía con ese propósito ideal.

La existencia es tan vasta que el mundo físico se considera su nivel inferior y más bajo, y comparado con el mundo de la eternidad, no es más que un fugaz instante. Es en ese mundo colosal e infinito que el Islam pone énfasis en que el ser humano es la mejor creación. Dios eligió a sus Mensajeros de entre esos mismos hombres, y hace hincapié en la cualidad de “humanos” que ellos poseen.[xxiv]

Esto es contrario al pensamiento materialista, el cual considera como reaccionaria a la creencia en la causa final y en que la naturaleza tenga un propósito. Afirma que no se puede concluir el hecho de que el ser humano es la superior de las criaturas, puesto que, si bien las demás criaturas son irreflexivas y las mismas están al sometimiento del hombre, este punto surge de la concepción ptolemaica en cuanto a la cosmografía terrestre y estelar cuando se aceptaba la centralidad de la Tierra y la órbita de los planetas alrededor de la misma. Desde el punto de vista de Occidente, todo ello fue una de serie subjetivismos que en el pasado afligieron a la humanidad, en cambio la humanidad hoy es modesta, y no se considera a sí misma más que un puñado de polvo, igual que el resto de las criaturas. Surgió de la tierra y vuelve a la tierra, y acaba aquí mismo. No considera que haya diferencias desde el punto de vista de la esencia y naturaleza, entre el pensamiento o las acciones espirituales, y el calentamiento del carbón, puesto que reconoce todo ello como manifestaciones de la materia y la energía. Conceptos como la justicia, el bien, la cooperación, la compasión y el resto de los conceptos morales y humanos habrían sido elaborados por los mismos seres humanos y sobre la base del principio de la lucha por la supervivencia.

Según esta concepción, el mundo de la creación es un libro sin comienzo ni fin, y no solo para las demás criaturas, sino que para el hombre tampoco es factible de imaginar un objetivo y propósito. No solo no acepta que haya una finalidad en la Creación, sino que de alguna manera considera a la naturaleza como la responsable de la opresión histórica en contra de las mujeres, puesto que mediante la aceptación de la “finalidad” de la Creación, se debe aceptar que el rango y la valoración de las personas también siguen ese mismo propósito y objetivos, por lo que forzosamente se debería concluir la cuestión de que, en correspondencia a las diferencias entre la mujer y el hombre, habría expectativas distintas para cada uno de los dos géneros; un tema al que la mayoría de los movimientos de las mujeres en Occidente les aterra admitir.[xxv]

El aspecto epistemológico

El Corán no es un libro de Filosofía, pero ha explicado en forma categórica su opinión respecto al mundo, al ser humano y a la sociedad, tres temas fundamentales de la Filosofía.

El Corán no solo les enseña a sus seguidores las normativas de la enseñanza, ni se dedica meramente a predicar, sermonear y exhortar, sino que por medio de interpretar la creación les brinda un tipo de pensamiento y una cosmovisión particular. Las bases de las disposiciones islámicas respecto a los asuntos sociales son en efecto una interpretación que el Corán hace de la creación y las cosas.

La mujer y el hombre comparten el objetivo fundamental de la creación, que es lograr la dicha y la devoción; también es incuestionable el tema de que llegar a la perfección requiere de medios y condiciones adecuadas.

Una investigación detallada en las fuentes islámicas demuestra que tanto desde el aspecto existencial (takuînî) como desde el aspecto legislativo (tashri‘î) Dios Altísimo ha creado las condiciones para que la mujer y el hombre, cada uno siga el camino para lograr la felicidad de este mundo y el otro conforme a sus propias capacidades, puesto que la unidad de objetivos no necesariamente significa la unidad del camino para llegar a los mismos.

El mundo de la existencia está repleto de diferencias y disparidades en las capacidades. Cada ser, según la función particular que tiene, está equipado con un tipo de estructura natural y un sistema en concreto. Estas estructuras solo encuentran sentido en el marco de esas mismas funciones. En el Corán a veces se denomina a estas carencias y perfecciones como “grado” y “virtud”.[xxvi]

En el contexto de la existencia, se han puesto al alcance tanto de la mujer como del hombre los medios naturales necesarios para poder alcanzar el objetivo final. Por lo tanto, la idea de defectuosidad inherente en alguno de ellos es rechazada, aún cuando la mujer y el hombre no son iguales en el empleo de las capacidades intelectuales. Las diferencias al respecto pueden suponerse en tres niveles: la razón teórica, la razón práctica y el intelecto instrumental (o de subsistencia), y cada uno debe ser analizado en forma separada:[xxvii]

  1. Intelecto teórico: es un poder que se encarga de la comprensión del ser humano del mundo real, entre lo cual se cuenta la comprensión de las nociones evidentes y el orden de las premisas para inferir las cuestiones teóricas. En este sentido, la insuficiencia del intelecto significa que, la mujer y el hombre desde que son seres humanos con trayectorias diferentes, si bien ambos gozan del intelecto teórico, por la disposición biológica que acentúa lo emocional e intuitivo o bien lo racional y concreto, el poder de argumentación y comprensión de las cuestiones abstractas y complejas, generalmente, en el hombre es más fuerte.
  2. Intelecto práctico: en el sentido de comprender lo bueno y lo malo de las cosas, y con la ayuda del intelecto se puede distinguir entre las bondades y los perjuicios. En este sentido, la insuficiencia de intelecto en la mujer significa que, en tanto que ambos gozan del intelecto práctico, generalmente en las mujeres es más débil que en los hombres a causa de la disposición gregaria y situación de fuerza de éstos que les conmina a afrontar en la práctica mayores y múltiples alternativas. Por supuesto, esta desigualdad no se da en las cuestiones vitales y básicas, sino en los casos secundarios y eventuales.
  3. Intelecto instrumental (de subsistencia): es el poder para programar y manejar los asuntos para lograr los objetivos procurados. Aquí la insuficiencia del intelecto significa que mayormente el poder para administrar, programar e idear los asuntos sobresale más en los hombres por su mayor exposición a las exigencias del entorno.

Sin embargo, tal como lo indicamos en la sección “El Aspecto Antropológico”, estas diferencias no son criterios de superioridad, sino que el criterio es la piedad. Allí donde expresó el Imam Jomeini (r.a.):

“No existe ninguna diferencia entre un grupo y otro en el Islam, excepto en la piedad y temor a Allah Ta’âla”.[xxviii]

Descripción

Particularidades materiales, naturales y anímicas

Las diferencias que a la luz de los progresos actuales de la humanidad respecto a la mujer y al hombre cada día se vuelven aún más claras, ha llevado a algunas personas a poner estas diferencias en favor de “la deficiencia de la mujer y la perfección del hombre”. Algunos también buscan comprobar con mil y una pruebas que el asunto es completamente opuesto, que el hombre es un ser imperfecto, y que la mujer es superior, en tanto que estas diferencias no tienen nada que ver con la superioridad o inferioridad de ninguno de los dos géneros. La creación ha establecido estas diferencias para fortalecer aún más el vínculo familiar de la mujer y el hombre, y estas diferencias se asemejan a las diferencias entre los miembros del cuerpo: el que digamos que hay diferencias entre éstos no surge de la discriminación. El tópico de las diferencias entre el hombre y la mujer tiene un antecedente de al menos dos mil cuatrocientos años.

Hoy en el nuevo mundo no se recurre a la suposición y la conjetura, sino que a la luz de profundas investigaciones médicas, psicológicas y sociales, se han descubierto más diferencias entre la mujer y el hombre.

  1. Particularidades materiales: en promedio, el hombre es más robusto, alto y más rudo que la mujer. La voz de la mujer es más aguda, su desarrollo físico y los latidos de su corazón son más acelerados, y su resistencia ante las enfermedades es mayor que la del hombre. La mujer alcanza antes la etapa de madurez, y también su fertilidad declina antes. El tamaño del cerebro promedio del hombre es más grande que el cerebro promedio de la mujer. Pero teniendo en cuenta la relación del cerebro con todo el cuerpo, el cerebro de la mujer es más grande.
  2. Particularidades anímicas: La inclinación del hombre por el ejercicio, la caza y los trabajos más enérgicos es mayor que en la mujer. Los sentimientos del hombre son irascibles y agresivos, mientras que los sentimientos de la mujer son pasivos y más delicados. La mujer evita más recurrir a la violencia en relación con sí misma y los demás. Es por eso que el suicidio es mayor en los hombres que en las mujeres, siendo él más rudo. Los sentimientos de la mujer son más impulsivos y ansiosos que los del hombre, se sobreexcitan más rápido, y al mismo tiempo, son más inestables.

En relación con el hombre, la mujer es más cautelosa, más temerosa y más formal. A ellas les agrada más los ornamentos y el acicalamiento. Los sentimientos maternales son manifiestos en ella desde el período de la niñez, es por ello que para la mujer es mayor la importancia del núcleo familiar. En las ciencias argumentales y meramente racionales y abstractas, la mujer no alcanza el nivel del hombre; pero en cuestiones que requieren buen gusto y sensibilidad como la literatura, la pintura, etc., definitivamente no son menos que el hombre. El hombre tiene mayor capacidad para ocultar secretos, y retiene los secretos angustiantes dentro de sí. Para el hombre, la felicidad radica en obtener una posición y personalidad respetable en la sociedad. Pero para la mujer, obtener el corazón de un hombre y conservarlo por toda la vida, constituye el culmen de la felicidad.

En cuanto a los sentimientos mutuos, el hombre desea poseer la persona de la mujer, mientras que la mujer desea poseer y dominar el corazón del hombre. La mujer quiere del hombre valentía y apoyo, y el hombre quiere de la mujer belleza y coquetería. La mujer puede dominar sus deseos sexuales más que el hombre. Los deseos sexuales del hombre son primarios y asediadores, mientras que los de la mujer son pasivos y sugestivos. El hombre es la manifestación del amante y la mujer la manifestación del ser amado. Los sentimientos del hombre son “demandantes” en tanto que los de la mujer son “receptivos”.

Independientemente de que las diferencias entre la mujer y el hombre originen o no diferencias en los derechos y responsabilidades familiares de ambos, básicamente esta cuestión es una de las más sorprendentes obras maestras de la creación y de entre los signos del sabio y prudente sistema que rige en el mundo. Para proteger la especie y la descendencia de las criaturas, el grandioso sistema de la creación creó en ellos los aparatos reproductivos de una manera que el egoísmo y los intereses individuales en los sexos opuestos se transformen en amor, atracción y equilibrio.

Si la mujer hubiera tenido el cuerpo, disposición y temperamento del hombre, le habría sido imposible persuadir al hombre a servirla, y si el hombre hubiera tenido las mismas características físicas de la mujer, habría sido imposible que la mujer lo considerara el héroe de su vida, o estimara como su mayor arte el cazar y someter el corazón del hombre. El hombre fue creado como conquistador del mundo y la mujer para conquistar al hombre. Lo sorprendente es que algunos no pueden distinguir entre los apetitos sexuales y los afectos, y consideran que el único factor para el vínculo y unión de los cónyuges es la avidez y los apetitos sexuales, e interpretan la historia de las relaciones entre el hombre y la mujer solo desde el enfoque del impulso de “servirse del otro” y el principio de la lucha por la supervivencia. El caso es que el cimiento de la unidad de los cónyuges conforma un vínculo más elevado que los apetitos sexuales, a lo que el Sagrado Corán se ha referido con la expresión “cariño y compasión”.[xxix]

Los valores

El criterio de “valor” y de “valoración”

En la cultura islámica se hizo mucho hincapié en que el propósito de la creación del ser humano es la sincera devoción y sumisión a Dios, y que el único criterio de superioridad entre las personas es la medida de su proximidad a Dios. Asimismo, el criterio de la proximidad y alejamiento, y la señal del encaminamiento del ser humano consiste en la fe, la piedad y las buenas acciones. De este modo, los asuntos sociales y familiares, las responsabilidades y derechos recíprocos, y finalmente, la medida de las capacidades y posesiones efectivas, desde que por sí mismas no son una señal del encaminamiento del ser humano, no pueden indicar el valor real de las personas. Esto en tanto que en las escuelas materialistas, desde que el ser humano no es analizado en su vínculo con su origen ni en su relación con el objetivo último de la creación, y no toman en cuenta el sistema que engloba todos los aspectos de la vida, solo es valorado en su relación con los derechos materiales y los niveles sociales. Quizás a ello se deba que un grupo supuso que debido a que en la jurisprudencia islámica la compensación económica por hechos de sangre en la mujer, o su herencia, es la mitad de lo que corresponde al hombre, entonces el Islam considera que la mujer vale “medio hombre”, siendo que este tipo de normas toman en cuenta la función y las responsabilidades sociales de los individuos.

La posición del individuo y la sociedad en la legislación islámica

Señalamos que, contrario a las ideas vacías de espiritualidad que reinan en el mundo, que no solo no toman en cuenta las dimensiones espirituales y metafísicas del ser humano, sino que incluso en lo que respecta a las dimensiones complejas de la vida terrenal y entre sus diferentes necesidades, solo prestan atención a los bajos aspectos animales, las enseñanzas del Islam contemplan al individuo humano con todas sus necesidades materiales y espirituales, prestando mucha atención al efecto que tienen las relaciones sociales y familiares en el desarrollo y perfección del individuo. Es por esto que la legislación islámica, aún cuando al final toma en cuenta los intereses y necesidades del individuo, sin embargo, debido a la interrelación entre el individuo, la sociedad y la familia, siempre se toman en cuenta también los intereses sociales en aras de la felicidad de los individuos. Por lo tanto, tras la Revolución Islámica de Irán, observamos una transformación en los valores en lo concerniente a la posición de la mujer en la sociedad.

La mujer y la familia

Ahora que nos encontramos a comienzos del siglo XXI, llega más que nunca a nuestros oídos el lamento de los pensadores occidentales por la desintegración del sistema familiar, por el debilitamiento de la base del matrimonio, por el hecho de que los jóvenes esquiven aceptar la responsabilidad del matrimonio, por el que la maternidad sea detestada, por la merma del cariño del padre y la madre, en especial el cariño de la madre por sus hijos, por la degradación sexual de la mujer del mundo de hoy al ser reemplazado el amor genuino por los deseos superficiales, por el incremento exponencial del divorcio, por el tremendo aumento de hijos ilegítimos, y por haberse vuelto infrecuentes la unión y compañerismo entre los esposos.

Con el propósito de formar seres humanos educados para generar una sociedad sana -en tanto sistematiza la satisfacción de las inclinaciones naturales en el ser humano-, el Islam hace hincapié en edificar la familia -como el más importante pilar de la sociedad- cimentando la espiritualidad, e incentivando a los jóvenes a conformar una familia para la continuación de la especie y alejar la corrupción de la sociedad.

Dijo el Imam Jomeini (r.a.) a este respecto:

“El grandioso espíritu del Noble Mensajero y de los Imames de la Rectitud -las bendiciones y la paz sean con todos ellos- se encuentran conmocionados y horrorizados, no sea que las hojas del árbol de la profecía y la wilâiah se desprendan y caigan. El Profeta (s.a.w.) dijo:

“Casaos para que tengáis hijos, puesto que yo me jacto de vosotros ante otras comunidades, incluso por un criatura que eventualmente fuera abortada”.[xxx]

Y en otra parte, dijo respecto a la razón por la que el Islam recomienda el matrimonio:

“La invitación a casarse y tanta ponderación al matrimonio, es tanto para que haya casamientos como también para que no haya desviaciones; los profetas prohíben tal libertinaje sexual, esos antros de corrupción y lascivia, no los deseos sexuales en sí… Si se concretara la educación y la enseñanza en conformidad al método de los profetas y bajo sus enseñanzas, el ser humano incluso optimizaría su vida terrenal, concretándose ello en base a un sistema coordinado…”.[xxxi]

Las normas sagradas del Islam gozan de preceptos y disposiciones diversas y abarcadoras. Así como tienen una normativa para todos los asuntos de la vida del ser humano, también tienen muchos consejos, pautas y normas para la humanidad del hombre con el fin de que se generen almas sanas, y como efecto de ello, una sociedad sana.

Por lo tanto, el Islam ha otorgado importancia a la familia como sustentáculo para la formación del ser humano. Al hombre y a la mujer se les dan instrucciones ya antes del nacimiento del bebé, e incluso previo al matrimonio mediante consejos sobre cómo elegir al cónyuge más adecuado para tal propósito, a fin de que el niño sea de una manera tal que marche en dirección de los sublimes propósitos del Islam. Ello prosigue con instrucciones que van desde la conducta en el matrimonio hasta la concepción, el tipo de alimentos que deben ingerir el padre y la madre, el efecto de los tiempos para la cohabitación, pautas para el embarazo y los cuidados de la madre en ese período, el nacimiento, la forma de amamantar, la educación del niño, etc. Todo esto tiene sus normas y conductas, e incluso se toma en cuenta la salud física y espiritual del niño.[xxxii]

Dijo el Imam Jomeini (r.a.):

“Deben saber que el Islam tiene todo, es decir, deja su impronta desde antes de que se establezca el matrimonio entre el hombre y la mujer, hasta que la persona llega a la tumba. Tiene normas, tiene prescripciones. Todas son prescripciones elevadas. Todas son prescripciones beneficiosas para la felicidad del ser humano, tanto para este mundo como para el otro.”[xxxiii]

La posición especial que el Islam considera para la familia, según palabras del Imam, es a causa del efecto que tiene la familia en la formación del ser humano y la educación de almas puras y disciplinadas. El Islam quiere que tanto la mentalidad de la persona como su estado anímico sean el de un ser humano; que tanto su aspecto externo sea el de un ser humano, como también que esté investido de los modales y conducta humana. Es por ello que desde el principio cuenta con un programa para conducir al individuo hacia la perfección humana. Dice el Imam (r.a.):

“El Islam vino para forjar al ser humano. El Libro celestial del Islam, que es el Sagrado Corán, es un libro para educar al ser humano. El Islam vino para mostrarnos la manera de instruir al ser humano en todas las dimensiones que posee; la dimensión espiritual, la dimensión física, las dimensiones políticas, sociales, culturales, la dimensión militar; todas las dimensiones del ser humano. Nosotros también debemos educar en conformidad al Islam.”[xxxiv]

A excepción de las escuelas divinas, no existe escuela que tenga un programa para todos los órdenes de la vida del ser humano. En realidad, un punto que goza de gran importancia, es la atención que presta el Islam a prevenir las dolencias e incluso a la cura para las mismas. Es por ello que afianza la estructura familiar por medio de valorar el rol de la mujer; además a este respecto considera también a la actuación de las mujeres en la Revolución como un rol especial, puesto que es desde sus regazos que fueron educados los hombres valientes. Debido a ello, la sociedad y la Revolución están en deuda con ellas. Dice:

“¡Que la misericordia de Dios sea con estos regazos puros que son los que educaron a estos jóvenes valerosos!”.[xxxv]

Teniendo en cuenta la razón para la importancia de la familia en el Islam, está de más decir que la mujer goza de una elevada posición teniendo en cuenta la función trascendental de la que es responsable. En unas palabras que pronunció, el Imam Jomeini (r.a.) consideró a la mujer en el rol de maestra que ella tiene, como a los profetas, y en su posición de ser formadoras de seres humanos, como al Sagrado Corán. Consideró a su regazo como una escuela científica y de fe en el que deben ser educados grandes seres humanos. Dirigiéndose a las mujeres dijo:

“El Islam quiere que en vuestros regazos sean educados seres humanos cabales…”.

Él considera que la educación de un individuo goza de tal importancia, que los servicios que la madre hace a la sociedad son incluso mayores que los servicios que hacen los profetas a la misma, y presenta al honor de la maternidad como el criterio de la superioridad de la mujer por sobre el hombre.

Considera a la educación y al conocimiento entre los requerimientos imprescindibles con los que las mujeres deben adornarse a causa de su rol educativo en la familia, y juzga que al educar hijos cultos, la religión y el mundo quedan protegidos, además cree que la felicidad de una nación depende de la educación de los líderes de esa nación.[xxxvi]

En sus consejos a las mujeres, deja entrever que ellas no deben subestimar su rol en la educación de los hijos, puesto que es posible que esa misma persona arrastre a la sociedad a la corrupción, o bien, sea la causante de la reforma de la sociedad. Dice el Imam Jomeini (r.a.):

“Una persona correcta es posible que eduque a un sabio; una persona enferma y corrupta lleva al sabio a la corrupción. La corrupción y la solidez moral comienzan desde vuestros regazos y de vuestras enseñanzas, desde las escuelas en las que vosotras estáis trabajando; es desde allí que comienzan.”[xxxvii]

El Imam (r.a.) menciona que uno de los artilugios del régimen Pahlevi fue separar a los hijos de las madres y enviarlos a las guarderías, y juzga que este mismo asunto es el factor que lleva a complejos psíquicos, puesto que está convencido de que muchas de las problemáticas del niño pueden solucionarse con el amor que la madre da al hijo, sin que haya nada que sustituya esto. Es por ello que además de hacer hincapié en que las madres cuiden de los hijos, considera que en su degradación también están involucradas las madres, y menciona que una de las razones para separar a la madre de los hijos es atacar el proceso de formación de los seres humanos. Es por ello que dijo:

“Ellos no quieren que el ser humano florezca; es por ello que desacreditaron la educación de los hijos junto a sus madres, e hicieron tanta difusión de esto que tal vez incluso las mismas madres lo creyeron; y aquellas en las que lograron influir, enviaron a esos queridos niños a las guarderías separándolos de sus regazos, y allí recibieron enseñanzas satánicas.”[xxxviii]

La mujer y la sociedad

Desde el punto de vista del Imam Jomeini (r.a.) la mujer es un miembro primordial de la sociedad, y como mitad de la sociedad que tiene una gran influencia sobre la otra mitad, su solidez moral o corrupción dejan un efecto directo en la misma. Contrario a lo que algunos imaginan sobre que la escuela de pensamiento shî‘ah incentiva a la mujer a quedarse en la casa y a no tener una presencia en la sociedad, él dijo:

“El Shiísmo no solo no excluye a las mujeres de la escena de la vida social, sino que las dispone dentro de la sociedad en una elevada posición humana. Nosotros aceptamos los progresos del mundo occidental, pero la corrupción de occidente, de la que ellos mismos se lamentan, ¡no!”.[xxxix]

Él considera a la mujer como la maestra de la sociedad y hace hincapié en la necesidad imperiosa de la presencia activa de la mujer en la escena social. Lo interesante es que el Imam Jomeini (r.a.) en otro período histórico, en la cuestión de las asociaciones estatales y provinciales (durante la monarquía), se opuso a la presencia de las mujeres en la sociedad, sin embargo, tras el triunfo de la Revolución Islámica considera obligatorio para ella la participación en las diversas actividades respaldándose en la libertad e independencia de la mujer. Está claro que era la presencia de ayer de la mujer, debido a que era incompatible con la Sharî‘ah o Legislación islámica, la cual está basada en los principios morales y humanos, la reprobada por él, puesto que dijo:

“Desde el punto de vista del Islam, las mujeres tienen un rol crítico en la construcción de la sociedad islámica, y el Islam eleva a tal punto a la mujer que ella puede encontrar su posición humana en la sociedad, y salirse de los límites de ser un “objeto”. Conforme a tal desarrollo puede tener a su cargo responsabilidades en la estructura del gobierno islámico.”[xl]

Y aconsejando la presencia social de las mujeres dijo:

“Hoy las damas deben desempeñar sus funciones sociales y sus funciones religiosas; proteger la decencia y castidad general, y realizar trabajos sociales y políticos resguardando esa decencia general.”[xli]

En las expresiones de arriba de Su Excelencia el Imam Jomeini (r.a.), se ha hecho referencia a la decencia general, lo cual para el Imam (r.a.) resultaba de suma importancia, en tanto hacía énfasis en la libertad de la mujer en todas las áreas. Presentó a las permisiones del Islam como los límites de esta libertad. No creía en la libertad absoluta a la occidental que lleva al ser humano a alejarse de las perfecciones humanas y espirituales, lo cual es el criterio de progreso en el Islam. En realidad, la libertad que él tenía en mente, es la libertad en el marco de las normas de la legislación islámica. Dice:

“Ustedes deben entrar en todas las escenas y campos, tal y como el Islam lo ha permitido… El destino de Irán es el destino de todos.”[xlii]

En el marco de las declaraciones del Imam Jomeini (r.a.) y el énfasis que hacía en relación con la sociedad cuando él se dirigía a las mujeres, mencionaba varios temas:

– Tener independencia intelectual y sentido del deber.

– Injerencia de las damas en su propio destino.

– Tomar puestos de responsabilidad.

– Participación en la edificación de la sociedad.

– Tener injerencia en la política y regulaciones fundamentales.

– Participación en la sociedad como estudiante, obrera, maestra, etc.[xliii]

Tomando en cuenta la especial importancia que daba a la enseñanza y al aprendizaje, dijo:

“Bendiciones inagotables a las mujeres comprometidas que ahora mismo están ocupadas a lo largo y ancho del país educando a los jóvenes, instruyendo a los analfabetos, enseñando las ciencias humanas, y la rica cultura coránica.”[xliv]

Y dijo:

“Espero que los maestros, en todo lugar donde se encuentren, hermanas y hermanos maestros, hermanas y hermanos estudiantes, hermanas y hermanos sabios, se consideren a sí mismos alumnos y maestros. Que el maestro los invite hacia el camino recto de la guía de los profetas, y que ellos también viajen por el camino recto de la guía de los profetas.”[xlv]

La mujer y la política

No se debe olvidar que en la cultura y pensamiento islámico, la realización de actividades individuales, sociales y familiares, todas son un medio y un preliminar para que los seres humanos alcancen la perfección y se aproximen al Origen de las perfecciones, esto es, Dios Todopoderoso.[xlvi] Ninguna es deseable por sí misma. Toda actividad es deseable y digna si es que se dispone en la línea de exaltar al ser humano en el camino de la devoción a Dios. El hecho de que por qué ciertos asuntos ocasionan la exaltación del ser humano, ya sea mujer u hombre, categóricamente está basado en criterios que fueron explicados en el Sagrado Corán, la Sunnah o Tradición del Profeta (s.a.w.) y de Ahl-ul Bait (a.s.).

Es por ello que hacer que toda asignación de objetivos y planificación en la sociedad islámica se corresponda con estándares y enseñanzas religiosas, se cuenta entre las cuestiones más fundamentales que deben ser tomadas en cuenta.

Teniendo en cuenta el objetivo de la creación del ser humano que es alcanzar la perfección última, se debe decir que lograr este propósito solo será posible bajo la luz del liderazgo de seres humanos que se han perfeccionado, y de la conformación del gobierno islámico, tal como se ha señalado también en las aleyas coránicas. La conformación del gobierno islámico y seguir al mismo se cuenta entre los deberes de todo hombre y mujer musulmanes, y claramente reconoce que ante el conflicto entre sus deseos y conveniencias, y los preceptos divinos y las leyes del gobierno islámico, las mujeres musulmanas no deben preferir los intereses compensativos por sobre esas leyes.[xlvii]

Imam Jomeini (r.a.) dijo a este respecto:

“Defender al Islam es una obligación mayor que todas las obligaciones, esto es, no hay en el Islam una obligación mayor que la defensa del mismo Islam. Si la defensa del Islam es parte de las grandes obligaciones, entonces la mayor obligación de todos nosotros, de toda la nación y de todos los religiosos es defender esta República Islámica. Se cuenta entre las mayores obligaciones.”[xlviii]

Y en otra parte dice:

“El Islam es un asunto para el cual los profetas, el Noble Profeta, los hijos del Noble Profeta y los Compañeros comprometidos del Noble Profeta, consagraron sus vidas y para el cual se esforzaron. El Islam es algo que vino de Dios. Si por causa de las debilidades, por causa de la poca difusión, por causa de la escasa presencia de nuestra nación, Dios no lo permita, llega a ser vencido, sabed que el Islam no podrá levantarse por varios siglos. Es un gran deber, y todos debemos aceptar este gran deber.”[xlix]

De esta manera, si en Occidente es hace menos de un siglo que se planteó la participación política de las mujeres en forma seria, los musulmanes fueron conscientes de la necesidad de esta participación desde hace catorce siglos -con el advenimiento del Islam-, y actuaron comprometidamente de acuerdo a ello. Uno de los importantes asuntos a los que la sagrada religión del Islam otorga una especial atención es la exaltación de las mujeres.

Con la aparición del Islam, las mujeres encontraron una nueva vida, y con el liderazgo del Profeta del Islam (s.a.w.) estuvieron presentes en diversas esferas; a veces también superaron y aventajaron a muchos hombres. Entre las principales participaciones políticas de las mujeres a comienzos del Islam, tenemos:

  1. La presencia de las mujeres en la “bai‘ah” (juramento de fidelidad).
  2. La presencia de las mujeres en la “hiÿrah” (la Emigración).
  3. La presencia de las mujeres en el “ÿihâd” (lucha por la causa de Dios).
  4. El rol de las mujeres en la continuidad del Mensaje de los mártires.
  5. La participación en las reformas políticas tales como “encomendar el bien y prohibir lo ilícito”.
  6. Las mujeres como protectoras de los secretos políticos.[l]

Algunos creen que “aún cuando podemos observar muchos ejemplos significativos y efectivos de la participación política de las mujeres en la historia del Islam, sin embargo, estos esfuerzos son contrarios a la responsabilidad que tienen las mujeres en la familia y en el manejo de los asuntos hogareños y de los hijos”.

Con esta afirmación, se hace caso omiso de todas las aleyas que expresamente consideran que las mujeres tienen la obligación de informarse y tener una presencia efectiva en la sociedad, lo cual la responsabiliza ante los acontecimientos de la sociedad islámica. Lo que corrobora este tema es el rol de las mujeres a lo largo de la historia de las religiones, en las transformaciones sociales y políticas en la sociedad, y, en consecuencia, en la familia; mujeres como la madre de Moisés (a.s.), María (a.s.), la esposa del Faraón, y la esposa del Profeta del Islam (s.a.w.).

Para comprobar el énfasis que se hace sobre la participación política de las mujeres desde el punto de vista religioso, es importante tomar en cuenta cuatro puntos:

  1. La actividad política de Hadrat AzZahrâ’ (a.s.).[li]
  2. Muchas de las actividades políticas de las mujeres fueron objeto del elogio directo de los Imames Inmaculados (a.s.).[lii]
  3. Muchos de los aspectos de la participación política de las mujeres son de tal manera que el Profeta (s.a.w.) o el Imam (a.s.) las aprobaron tácitamente por medio de su silencio, ya que debido a la obligación que existe en el Islam de “encomendar lo bueno y prohibir lo malo”, cuando veían que el accionar de alguien no conllevaba la complacencia de Dios, le manifestaban su disconformidad.[liii]
  4. En ciertos casos el Profeta (s.a.w.) y los Imames (a.s.) encomiaban a las mujeres cuyo accionar político les satisfacía.[liv]

Dijo el Imam Jomeini (r.a.):

“Esas propagandas de que ‘si el Islam aparece en escena, por ejemplo ya las mujeres deben ir a sentarse dentro de sus casas y cerrárseles las puertas con candados para que no salgan’; qué palabras erróneas son éstas que le atribuyen al Islam. ¡A principios del Islam las mujeres estaban también en los ejércitos, se dirigían también a los campos de batalla!”.[lv]

En el Corán, en muchas aleyas que hablan del movimiento político, se enfatiza el punto de que el movimiento debe ser “fî sabîlil·lâh” (por la causa de Dios); toda lucha, todo levantamiento y esfuerzo, y toda agrupación y organización debe tener una orientación divina. La sociedad también, tiene la obligación de no dejar sus asuntos en manos de quien tenga otra orientación que ésta, ya sea mujer u hombre.

Por lo tanto, en el proceso de la Revolución Islámica de Irán, sobre la base de las enseñanzas islámicas, también se dispuso su rol en tres ejes principales que gozaban de importancia para el Imam Jomeini (r.a.):

  1. El rol de las mujeres en el triunfo del movimiento.

Allá donde dice:

“Por la bendición del Islam, el movimiento islámico produjo tal transformación en las vidas de la mujer y el hombre de la sociedad que atravesó en una noche el camino de cien años. Ustedes, noble nación, han visto que las respetables y comprometidas mujeres de Irán se dirigieron al campo de lucha a la vanguardia de los hombres, y rompieron la colosal barrera imperial, y nosotros y todos estamos en deuda por su levantamiento y proceder.”[lvi]

En otra parte dijo:

“Yo veo en el colectivo femenino un tipo de transformación asombrosa, que es mayor que la que se produjo en los hombres. La magnitud en que estas nobles damas sirvieron al Islam en esta época es mayor que la medida en que los hombres lo hicieron.”[lvii]

  1. El rol de las mujeres en la sagrada defensa.

Dijo el Imam Jomeini (r.a.) haciendo hincapié en la participación de todos los miembros de la sociedad en lo concerniente a la defensa:

“La cuestión, no es una cuestión de un gobierno; la cuestión no posee un solo aspecto; la cuestión es la cuestión del Islam. La cuestión del Islam significa que es obligación para toda mujer y hombre de este país que defiendan; todos, en la medida que puedan, deben defender, y debemos seguir esta defensa hasta que in shâ’allah logremos las victorias que Dios, Glorificado y Exaltado sea, quiere.”[lviii]

Y dijo también:

“¡Victorioso y celebrado seas, oh movimiento islámico de las honorables mujeres de Irán! Es un orgullo este grandioso estrato de la sociedad que con su valiosa y valiente presencia en la escena de la defensa de la nación islámica y del Sagrado Corán, llevaron la Revolución hacia la victoria, y ahora también, en el frente y detrás del frente, se encuentran realizando actividades y están dispuestas a sacrificarse.”[lix]

  1. El rol de las mujeres en la continuación de los objetivos de la Revolución, tiene lugar por medio de:
  2. Elevar el nivel de su información en todos los terrenos lo cual conlleva su presencia en las diversas áreas.
  3. Poner en práctica los conocimientos y educar personas correctas en la familia y la sociedad.

Los derechos

Las leyes divinas que indican una finalidad para el ser humano y el mundo, en su sentido general se dividen en dos grupos:

El primer grupo, son las leyes que rigen los fenómenos de la existencia, que establecen el orden y la armonía en el sistema de la existencia, y desde el punto de vista existencial llevan a las criaturas hacia el fin procurado.

El segundo grupo, son las leyes que conciernen a la conducta consciente y voluntaria del ser humano, y que muestran el programa de la marcha del ser humano hacia el propósito.

Estas últimas leyes, que terminológicamente son llamadas “reglamentación” o “Legislación”, en realidad son el programa práctico para la transición del ser humano a partir de las capacidades existentes hacia un modelo ideal. Estas leyes, que surgen del conocimiento absoluto de Dios acerca de la realidad del ser humano y de su felicidad en este mundo y el Más Allá, nos enseñan cómo debemos explotar las capacidades efectivas y transitar paso a paso el camino del desarrollo y el progreso hasta los peldaños más elevados.

Lo que surge de la correlación entre la disposición de las leyes con las condiciones reales, es un tema que concierne a la filosofía de los derechos, que técnicamente es conocido como “derechos naturales”. En una clasificación general, se pueden dividir los sistemas de derecho en dos partes:

Primero: los sistemas que consideran que los derechos y leyes son meramente un contrato estipulado subordinado a la voluntad del individuo o de un grupo de personas.

Segundo: los sistemas que consideran que los derechos y leyes surgen de la situación natural de los individuos y que se adecúan a sus necesidades reales.

A los derechos con este último significado se los llama “derechos naturales”.

En una palabra, la teoría de los derechos naturales explica esta realidad, que los derechos de los individuos no son solo un mero contrato, sino que tienen sus raíces en las realidades existenciales y en las capacidades humanas. En realidad, los derechos naturales descorren el velo de un tema fundamental respecto al vínculo entre la ontología y el sistema de derechos.[lx]

Por supuesto, los “derechos naturales” no fueron utilizados en todas partes con un mismo significado, sino que cada una de las diferentes escuelas presentó una interpretación especial de los mismos en concordancia con sus propios fundamentos.[lxi]

Lo que se ha aceptado en la escuela de Derecho del Islam, en general puede ser denominado “derechos naturales-divinos”.[lxii] Según este punto de vista, el sistema de derechos es acorde a las condiciones existenciales y en aras de los estados de perfección humana; sin embargo, al mismo tiempo se hace énfasis en que el conocimiento completo de las capacidades y conveniencias están fuera del alcance del limitado conocimiento humano. Aún cuando el intelecto puede conocer las generalidades y principios fundamentales, sin embargo, en cuanto a las particularidades y pormenores, solo el Creador, que es Quien está informado de las innumerables y complejas aristas de la existencia del ser humano y el mundo, puede determinar y establecer estas leyes. El Corán nos enseña que el Mismo Creador de la existencia es Quien está a cargo de guiar al ser humano,[lxiii] y esta guía también abarca el terreno de la legislación.[lxiv]

Un punto importante es que la esfera de acción de la Legislación religiosa no se limita a los asuntos individuales y devocionales, sino que rige también para los asuntos sociales. Este punto de vista tiene origen en el principio de que el mundo y el Más Allá, o lo material y lo espiritual, están estrechamente vinculados uno con otro.

Las particularidades de la Legislación Islámica que esclarecen la posición del sistema de derechos del Islam en el sistema del conocimiento religioso y que lo distinguen de los fundamentos de derecho en occidente, son las siguientes:

  1. El Legislador en la Sharî‘ah islámica, es Dios Sabio, Justo y Misericordioso que tiene dominio sobre todos los aspectos visibles y ocultos del universo y del ser humano, y que al legislar considera los intereses de la mujer y el hombre en el presente y en el futuro de la mejor manera. En este sentido tampoco ha descuidado los intereses de la familia y la sociedad.
  2. Muchas de las descripciones, valores y normas gozan de tal estabilidad y firmeza que no están sujetas a cambios por las transformaciones en las condiciones sociales.
  3. La Sharî‘ah o Legislación Islámica, en general conforma un sistema de derechos coherente y coordinado que ha sido creado y establecido teniendo en cuenta todas las condiciones e intereses del individuo y la sociedad, y es por ello que es conveniente que sea juzgada a la luz de tal enfoque integral.

Desde este punto de vista, se puede decir en forma certera que en la Legislación Islámica se han dispuesto para la mujer y el hombre derechos proporcionales y equitativos.[lxv]

Tal como lo expresó el Imam Jomeini (r.a.):

“El Islam ha dispuesto a las mujeres en paralelo a los hombres; son iguales en relación con ellos. Por supuesto, hay algunas normas específicas para los hombres que son adecuadas para los hombres, y hay una serie de normas específicas para la mujer que son adecuadas para la mujer. Esto no significa que el Islam haya hecho discriminación entre la mujer y el hombre.”[lxvi]

Y si es que existe alguna limitación, ésta es para ambos. Dijo:

“Tal como Dios estableció leyes para restringir a los hombres dentro de límites que eviten que ingrese en ellos la corrupción, asimismo las dispuso para las mujeres. Todas son para vuestro propio beneficio. Todas las leyes islámicas son para beneficio de la sociedad.”[lxvii]

Y dijo:

“En los derechos humanos, no hay diferencias entre la mujer y el hombre, puesto que ambos son seres humanos. La mujer tiene derecho a intervenir en su propio destino al igual que el hombre. Si en algunos casos existen diferencias entre la mujer y el hombre, éstas no tienen nada que ver con su dignidad humana. En las cuestiones que no son incompatibles con la dignidad y el honor de la mujer hay total libertad.”[lxviii]

Lo que siempre había ocasionado que en el pasado la mujer se viera privada de sus derechos naturales es que se había dejado en el olvido la condición humana de la mujer; en cambio en la actualidad, lo que se ignora es su calidad de mujer, lo cual surge de no prestar atención a su situación natural e innata. Hoy las mujeres en las sociedades occidentales están tan cansadas de las desventuras que se les han impuesto a ellas en nombre de la libertad y la igualdad, que antagonizan con tal libertad e igualdad.

La igualdad es beneficiosa si ni la mujer ni el hombre, ninguno, se sale de su órbita y curso natural e innato. En palabras del Imam Jomeini (r.a.):

“En cuanto a las mujeres, el Islam nunca se opuso a su libertad; por el contrario, el Islam se opuso al concepto de “mujer objeto” o como “cosa”, y le devolvió su nobleza y dignidad. La mujer es igual al hombre. La mujer, al igual que el hombre, es libre de elegir su destino y actividades…”[lxix]

Tanto el partidario como el adversario concuerdan en que el Sagrado Corán restauró derechos para la mujer. Existe una armonía perfecta entre los preceptos del Corán y las regulaciones de la naturaleza.

Entre las diferentes religiones, ninguna de ellas ha intervenido tanto en los diversos asuntos de la vida de las personas como lo hizo el Islam. Es por ello que la cuestión de la “renovación” en la vida goza de una importancia especial en lo que al Islam respecta. Así como el Islam ha planteado la forma de la relación de los siervos con Dios, también ha explicado los lineamientos principales de las relaciones entre los seres humanos y sus derechos y funciones mutuas.

Las complicaciones actuales de la humanidad surgen del hecho de que la moral y la ley han perdido su único apoyo, esto es, la religión.

Existen dos diferencias fundamentales entre los derechos de la mujer en el Islam y en Occidente:

Una es desde el área de la psicología y la atención a las diferencias anímicas y mentales entre la mujer y el hombre; y la segunda diferencia, está en el hecho de que el Islam, al mismo tiempo que familiarizó a las mujeres con sus derechos humanos y les otorgó personalidad y libertad, nunca las indujo a rebelarse, ni a oponerse, ni a ser pesimistas respecto al género masculino, ni destruyó ante ellas el respeto por sus padres y esposos, ni hizo tambalear las bases de las familias, ni desanimó a las mujeres en relación con el casamiento y la maternidad, ni arrancó a las mujeres del decoroso regazo de los esposos y padres para entregárselas a los dueños de cargos administrativos y a los acaudalados, y no expuso a la sociedad a la corrupción generalizada.[lxx]

En Épocas de la Ignorancia Moderna, el Imam Jomeini (r.a.), como digno hijo de la escuela emancipadora del Islam, ha devuelto a la mujer su real identidad mediante los derechos que desde el punto de vista individual y social ha dejado al colectivo femenino, y en realidad sacó a la luz los ángulos del Islam ocultos bajo el manto de la historia.

Los derechos de la mujer respecto a los que él llamó la atención al triunfar la Revolución Islámica de Irán, pueden ser divididos en dos grupos: individuales y sociales:

Derechos individuales:

– Derecho al divorcio

– Derecho a estudiar

– Derecho a ser propietaria

– Independencia en el sabio religioso a seguir

– Derecho a la libertad.[lxxi]

Derechos sociales:

– Derecho a votar

– Derecho a ser elegida

– Derecho a trabajar

– Derecho a intervenir en los asuntos fundamentales del país

– Autodeterminación en las transacciones

– Derecho a intervenir en su propio destino

– Participación activa en la construcción de la sociedad

– Intervenir en la reconstrucción de zonas devastadas

– Intervenir en la política

– Enseñanza y aprendizaje

– Supervisión del trabajo del Parlamento y el gobierno

– Participación en todas las actividades.[lxxii]

Una de las reformas más interesantes de Imam Jomeini (r.a.) respecto a los derechos de las mujeres, es el que se deba tomar en cuenta las condiciones estipuladas en el contrato matrimonial, de manera que por medio de esto las mujeres obtuvieron muchos beneficios, entre ellos, lograr mayor autonomía en la familia. Respecto a ello el Imam (r.a.) dijo:

“En caso de que en el contrato matrimonial con el hombre (cuando están a punto de casarse) se ponga como condición el divorcio, (puede hacerlo) de manera que en el contrato matrimonial se estipule la condición de que ella misma sea apoderada (wakîl) de su propio divorcio o bien (su apoderada) de manera absoluta. Algunos preguntan “¿Qué pasa con las mujeres que en este momento ya están bajo contrato de matrimonio?”. Algunos de éstos se oponen al tema de la Wilâiah del Faqîh (“la potestad del sabio jurisconsulto”), siendo que no saben que entre las funciones del Faqîh está que si un hombre tiene un mal comportamiento con su esposa, él primeramente le llama la atención; en segundo lugar lo escarmienta, y si ve que no hay caso, lleva a cabo el divorcio.”[lxxiii]

Y dijo:

“Las mujeres que van a casarse, desde el mismo comienzo pueden establecer algunos derechos para sí en tanto no sean contrarios ni a la Sharî‘ah, ni a su propia dignidad. Desde el principio pueden poner como condición que en caso de que el hombre tenga vicios morales, o si convive de mala manera con la esposa, o si mortifica a la mujer, ella misma sea su apoderada en el divorcio.”[lxxiv]

[i] Sahîfeh-ie Imâm, t. 7, p. 341.

[ii] Como ejemplo, el mártir Motahharî se ha abocado principalmente con este método a la explicación de la visión islámica en dos de sus libros: “El sistema de los derechos de la mujer en el Islam” y “La cuestión del Hiÿâb”.

[iii] Sahîfeh-ie Imâm, t. 7, p. 339.

[iv] Aiatol·lah Yavadî Âmolî, “La mujer en el espejo de la belleza y el esplendor”, p. 77.

[v] El orden posterior de creación de la mujer respecto al hombre, es un orden temporal, no existencial.

[vi] Sura an-Nisâ’; 4: 1. Ver también: Sura al-A‘râf; 7: 189; Sura azZumar; 39: 6; Suras: An-Nisâ’ (4), An-Nahl (16), Ar-Rûm (30).

[vii] Sura azZumar, 39: 42.

[viii] Sura Sâd, 38: 71.

[ix] Sura al-Hiyr; 15: 29.

[x] Sura al-Mu’minûn, 23: 14.

[xi] Sura al-Lail, 92: 1-3.

[xii] Sura al-Baqarah; 2: 30.

[xiii] Ibíd; 2: 31.

[xiv] Sura Luqmân; 31: 20.

[xv] Sahîfeh-ie Imâm, t. 7, p. 337.

[xvi] Ibíd.

[xvii] Sura al-Baqarah, 2: 187.

[xviii] Sahîfeh-ie Imâm, t. 6, p. 300.

[xix] Ver: “El sistema de los derechos de la mujer en el Islam”, pp. 116-121.

[xx] Ver: “Historia de la filosofía”, Frederick C. Copleston, p. 126, t. 1,

[xxi] Ver: “El sistema de los derechos de la mujer en el Islam”.

[xxii] Sura ad-Dujjân; 44: 38.

[xxiii] Ma‘âref-e Islâmî, p. 20.

[xxiv] Sura Ibrâhîm; 14: 11, y Sura ash-Shûrâ; 42: 51.

[xxv] Ver: Dar âmadï bar nedzâm-e shajsiat-e zan dar Islâm.

[xxvi] Sura azZujruf; 43: 32.

[xxvii] Ver: Tabâtabâ’î, Tafsîr al-Mizân, t. 18, p 141; Muhammad Taqî Ya‘farî, Traducción y explicación de Nahÿ al-Balâghah, t. 11, pp. 290-299; Aiatol·lâh Yavâdî Âmolî, La mujer en el espejo de la belleza y el esplendor, p. 185.

[xxviii] Sahîfeh-ie Imâm, t. 5, p. 237.

[xxix] Sura ar-Rûm: 30: 21. Ver: “El sistema de los derechos de la mujer en el Islam”, pp. 153-176.

[xxx] Chehel Hadîz, p. 147.

[xxxi] Sahîfeh-ie Imâm, t. 8, p. 517.

[xxxii] At-Tibiân, t. 8, pp. 109-119.

[xxxiii] Sahîfeh-ie Imâm, t. 6, p. 191.

[xxxiv] Ibíd., t. 6, p. 531.

[xxxv] Ibíd., t. 18, pp. 326 y 327.

[xxxvi] Ver: At-Tibiân, t. 8, pp. 109-145.

[xxxvii] Sahîfeh-ie Imâm, t. 9, p. 292.

[xxxviii] Ibíd., t. 9, p. 293.

[xxxix] Sahîfeh-ie Imâm, t. 4, p. 508.

[xl] Ibíd., p. 4, p. 436.

[xli] Ibíd., p. 13, p. 193.

[xlii] Ibíd., p. 18, p. 403.

[xliii] At-Tibiân, t. 8, segundo capítulo.

[xliv] Sahîfeh-ie Imâm, t. 14, p. 317.

[xlv] Ibíd., t. 13, p. 174.

[xlvi] Sura Inshiqâq; 84: 6. «¡Oh humano!, por cierto que te esfuerzas afanosamente por comparecer ante tu Señor. ¡Ya le encontrarás!».

[xlvii] Sura al-Ahzâb; 33: 36. «No es dado al creyente ni a la creyente el obrar a su albedrío cuando Dios y su Mensajero deciden un asunto. Mas quien desobedezca a Dios y a su Mensajero se habrá desviado profundamente».

[xlviii] Sahîfeh-ie Imâm, t. 15, p. 329.

[xlix] Ibíd., t. 17, p. 57.

[l] Ver: Zahrâ’ Aiatol·lahî, Zan, Dîn, Siâsat” (La mujer, la religión, la política).

[li] Ver: Hâyy Sheij ‘Abbâs Qommî, “Bait al-Ahzân” (La Casa de las Penas).

[lii] Zan, Dîn, Siâsat” (La mujer, la religión, la política), p. 158.

[liii] Ibíd., p. 160.

[liv] Ibíd., pp. 161-162.

[lv] Sahîfeh-ie Imâm, t. 5, p. 216.

[lvi] Sahîfeh-ie Imâm, t. 12, p. 257.

[lvii] Ibíd., t. 11, p. 509.

[lviii] Ibíd., t. 20, p. 80.

[lix] Ibíd., t. 14, p. 337.

[lx] Mortadâ Motahharî, “El sistema de los derechos de la mujer en el Islam”, p. 143 en adelante.

[lxi] Ver: Leo Strauss, “Derecho Natural e Historia”, traducido del persa por Morâd Farhâd Pûr.

[lxii] Ver: Muhammad Sharîf Ahmad, “El pensamiento del Derecho Natural ante los musulmanes”.

[lxiii] Sura Tâ Hâ; 20: 5.

[lxiv] Sura an-Nisâ’; 4: 59 y Sura al-Ahzâb; 33: 36.

[lxv] “Introducción al sistema de la personalidad de la mujer en el Islam”, p. 49.

[lxvi] Sahîfeh-ie Imâm, t. 5, p. 216.

[lxvii] Ibíd., t. 6, p. 301.

[lxviii] Ibíd., t. 4, p. 364.

[lxix] Sahîfeh-ie Imâm, t. 3, p. 370.

[lxx] Mortadâ Motahharî, “El sistema de los derechos de la mujer en el Islam”, pp. 71-82.

[lxxi] Ver: At-Tibiân, t. 8, p. 53-101.

[lxxii] Ibíd.

[lxxiii] Sahîfeh-ie Imâm, t. 10, p. 407.

[lxxiv] Ibíd., t. 6, p. 302.

 

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